Nuevamente estaba creyendo en el amor, apostando en sus sentimientos, pero se había decepcionado tantas veces que ya no estaba segura de nada.Ni siquiera en lo más importante de su vida, el amor, había conseguido ir hasta el final; después de la primera decepción, nunca más se entregó por completo. Temía el sufrimiento, la pérdida, la inevitable separación. Claro, estas cosas estaban siempre presentes en el camino del amor; y la única manera de evitarlas era renunciando a recorrerlo. Para no sufrir, era preciso también no amar.
Me empastás la bujia
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